El síndrome de ojo seco, una deficiencia en la producción de lágrimas, es una condición frecuente que afecta hasta a cuatro millones de personas de 50 años o más en Estados Unidos y cuyas manifestaciones afectan negativamente el funcionamiento físico y mental. Los síntomas pueden ser muy perjudiciales para los pacientes y afectar gravemente a su calidad de vida, así como dar lugar a la pérdida de productividad debido a la interrupción de las actividades diarias, como la lectura y el uso de pantallas de ordenador.
Las personas que viven en áreas con altos niveles de contaminación del aire tienen más riesgo de síndrome de ojo seco, con una tasa de incidencia de 1,4. La mayoría de las áreas metropolitanas, incluyendo la ciudad de Nueva York, Chicago, Los Ángeles y Miami, mostró una relativamente alta prevalencia del síndrome de ojo seco (17-21 %) y altos niveles de contaminación del aire.
Los síntomas del ojo seco pueden variar desde escozor o ardor a lagrimeo excesivo y malestar al usar lentillas. A medida que el ojo responde a la irritación propia de esta condición, el ojo a menudo se rasga excesivamente para tratar de combatir la pérdida de humedad. Muchas personas con el síndrome de ojo seco están incómodos a la hora de ver la televisión, leer y trabajar durante periodos prolongados.
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Elegí publicar esta noticia porque me llamó la atención este síndrome descubierto en Norte América.
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